Oclusión Arterial Aguda
¿Qué es?
Clásicamente, la oclusión arterial aguda se asocia con las seis "P": dolor, palidez, falta de pulso, parestesias, parálisis y poiquilotermia (es decir, cambio a temperatura ambiente, es decir, una extremidad fría). Los síntomas pueden ocurrir minutos u horas después de la oclusión arterial aguda y están asociados con una disminución repentina y dramática de la perfusión. Clásicamente, un paciente se quejará de dolor generalizado que es intenso y no está bien localizado. El paciente notará un cambio en el color de la extremidad, una disminución de la sensación y frialdad al tacto. La función motora ausente es compatible con isquemia grave que amenaza la extremidad. Una mejoría de los síntomas con el tiempo sugiere el desarrollo de circulación colateral después de la oclusión arterial aguda, mientras que la progresión de los síntomas sugiere falta de colateralización y aumento de la isquemia.
Oclusión Arterial Aguda de la Extremidad Inferior
Como regla general, los pacientes con oclusión arterial aguda secundaria a una etiología embólica no tendrán antecedentes de claudicación o síntomas sugestivos de arteriopatía oclusiva crónica. La oclusión embólica de las arterias ilíaca, femoral o poplítea a menudo se asocia con antecedentes de fibrilación auricular y el paciente puede haber tenido un evento embólico previo. En pacientes que normalmente están en un régimen de anticoagulación a largo plazo, es posible que se haya suspendido recientemente la warfarina antes de una intervención planificada, o que el índice internacional normalizado del paciente haya sido subterapéutico. Los pacientes con oclusión trombótica de las arterias ilíaca, femoral o poplítea con frecuencia tendrán antecedentes de claudicación y pueden haber sido previamente sometidos a bypass arterial o intervención.
Oclusión Arterial Aguda de la Extremidad Superior
Aunque es menos común, la oclusión arterial aguda también puede ocurrir en las extremidades superiores. El inicio y los síntomas son similares a los observados en las extremidades inferiores. Los émbolos asociados con fibrilación auricular o infarto de miocardio reciente son más comunes, pero también pueden originarse por enfermedad aneurismática del arco o de las arterias de las extremidades superiores. Los ateroembolos que afectan la mano o los dedos pueden surgir de una irregularidad aterosclerótica y de placa en el arco aórtico o de un trombo asociado con un aneurisma de la arteria subclavia. Los episodios trombóticos son poco frecuentes, pero pueden estar asociados con aneurismas de la arteria subclavia.